Reconociendo lo Bueno: El Arte de Conectar con lo Esencial
¿Cuándo sabes que algo es bueno?
Cuando todo tu ser y tu alma te dicen: es por aquí. Pero, ¿Cómo reconocer eso que muchas veces nos negamos a ver por el confort o el miedo a explorar lo desconocido? Porque lo bueno no siempre se presenta como lo imaginamos; a veces, reconocerlo significa abrirnos a lo que nos lleva hacia nuestro ser más auténtico, a ese lugar donde simplemente eres.
Reconocer ese "bueno" es un acto profundo de conexión contigo mismo. No se trata tanto de lo que puedes ver o imaginar, sino de lo que sientes en lo más profundo de tu ser.
Escucho constantemente frases como: “vas por buen camino” o “tienes una buena vida”, pero me pregunto: ¿es eso lo que yo realmente defino como bueno? A veces, lo bueno no es tan evidente. Puede ser confuso, incómodo, incluso inquietante, y sin embargo, esa incomodidad es justo la necesaria para avanzar, para llevarte a donde tu verdadero yo desea estar.
Me gusta pensar que todo lo que viene siempre será mejor: mejores desafíos, mejores anécdotas, mejores amores, una mejor vida. No porque el ahora no sea valioso, sino porque confío en el proceso de crecimiento constante. Saber que el ahora es lo mejor que tengo no significa conformarme, sino valorar lo que es, mientras mantengo la esperanza de lo que está por venir.
El ahora puede ser complejo, lleno de dudas o incluso de dolor, pero también es el terreno fértil donde comienzan las transformaciones más profundas. Aceptar que lo bueno puede incomodar es un acto de valentía. Porque significa confiar en que, aunque el camino no esté del todo claro, hay algo más grande guiándote: una intuición, un anhelo profundo que te invita a explorar.
En esa exploración, en ese caminar con el corazón abierto, encuentras lo que realmente importa: las experiencias que te moldean, las personas que te inspiran, los momentos que te transforman.
Sé que no tengo que saberlo todo ahora. No necesito todas las respuestas. Hay preguntas que no tienen respuesta inmediata, y otras que solo formulo para dejar que la vida, o Dios, me respondan cuando sea el momento, cuando esté lista.
